¿Se puede des-socializar a un perro?

Una círculo vicioso

¿Se puede des-socializar a un perro? Y si es así ¿se puede re-socializar?

Sí, se puede «des-socializar» a un perro, y sucede de forma mucho más habitual de lo que parece. Un cachorro normal, feliz, que es mal manejado por sus dueños a medida que pasan los meses es un perfecto candidato a un perro problemático, «des-socializado»… pero se puede solucionar.

El cachorro que deja de ser cachorro
Todos lo hemos visto en infinidad de ocasiones: un precioso cachorro que juega con otros cachorros en el parque durante horas. Cualquier excusa es buena para sacarlo a la calle y que disfrute (y de paso librarnos de los pises y lo que no son pises en casa)… Pero el cachorro crece, se diluye la ilusión, el perro adolescente ya no sorprende, y además sus esfínteres formados soportan perfectamente muchas horas sin escapes. Poco a poco el cachorro sale menos veces, y menos tiempo. Los otros cachorros con los que jugaba también han crecido, cambian sus horarios y se va perdiendo el contacto con la «pandilla». Caldo de cultivo perfecto para que esa socialización perfecta (ese imprinting de las primeras semanas de vida es muy sólido, pero no infalible ni perenne) se pueda diluir. Con suerte será un perro normal, tal vez algo triste o destrozón en casa, pero sin mayores problema en el corto plazo, pero tal vez se este «des-socializando».

[pullquote]Hay que permitir que los perros interactúen con otros perros, y a veces ¡hasta que se enfaden! Los adolescentes desarrollan así sus habilidades sociales[/pullquote]

El adolescente
De igual modo el cachorro crece. Tenemos la mejor de las intenciones de seguir dándole una cierta actividad exterior, pero el perro adolescente suele tener esos encontronazos de quinceañero. Ya no le parece todo -ni tod@s- bien, hay otros perros que le «caen mal», y encima como es un jovenzuelo no distingue demasiado y lo mismo tiene roces con machos que con hembras. Algunos de los amigos humanos del parque se asustan de esos bufidos y parafernalia ritual, abandonando los grupos de amigos perrunos y pasando a ocupar otras zonas en solitario. Otros sienten lo mismo, pero de sus propios perros, comienzan a salir menos y los perros se ven privados de sus rituales normales en los que buscar y encontrar su sitio en la pandilla. Un tercer grupo de dueños y perros intenta evitar los conflictos, pero les permiten a los perros interactuar ¡y hasta enfadarse a veces! En poco tiempo los cachorros grandes encuentran su lugar sin mayores problemas, desarrollan sus habilidades sociales, han vivido la adolescencia, conocen los límites en su propio lenguaje y todo sigue su ritmo vital.

¿Te ves reflejad@?
Esa definición que nos hemos inventado -la des-socialiación- es frecuente, pero se puede remediar, el círculo vicioso se puede romper. Si te ves reflejad@ no te apartes, los perros necesitan interactuar con sus congéneres y no es una buena idea apartarlos de esas experiencias. Busca entornos seguros y perros equilibrados con los que compartir las salidas, al menos un par de veces a la semana. Pon los medios necesarios, correas, bozales, para que todo sea seguro, y disfruta del paseo. Los perros lo necesitan ¡y a nosotros tampoco nos viene nada mal! Disfruta de la «re-socialización», pero sobre todo, siempre ten presente que los perros tienen muchos más recursos en sus habilidades sociales de los que nos imaginamos, si les permitimos usarlos, claro.

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