¿Gatitos de terapia contra el estrés?

Nueva competencia para los perros de terapia (o no)

¿Gatitos de terapia contra el estrés?

Los beneficios de los perros en diferentes terapias están fuera de toda duda. Se han demostrado útiles ayudando a personas en situaciones tan dispares como el TEA, Alzheimer, aprender a leer, presos en cárceles… Entonces ¿por que no se hace terapia con gatos? Son animales domésticos, y mucho más sencillos de transportar o manejar, ¿no?

El porqué de que los gatos no puedan trabajar en terapia
Claro que los gatos son perfectos compañeros y apoyo para personas con problemas en casos concretos, de hecho cumplen con un buen número de las cualidades que tienen los perros: estimulan el tacto, la autoestima, inculcan responsabilidad, y muchas más… Sin embargo presentan tres problemas insalvables, que los alejan del trabajo en terapia.

1. Los gatos son pequeños y frágiles. Ni es Maine Coon más grande y pachón se puede comparar a un perro, los gatos son más sensibles, y se pueden asustar con facilidad ante situaciones extrañas. Es importante diferenciar el gato que vive en una familia a un hipotético «gato de terapia» que trabajara como tal con personas diferentes en entornos diferentes.

2. Los perros son más adiestrables. Aunque los gatos sean animales domésticos, no son tan adiestrables. Es cierto que hay adiestramientos muy avanzados con gatos (la mayoría mediante condicionamiento operante y clicker), pero se trata generalmente de trucos en los que no hay interacción con personas. Los gatos no son perros.

3. No existe el mismo componente emocional. Los perros llevan decenas de miles de años colaborando estrechamente con el hombre, los gatos han tenido «trabajos» más autónomos, sin relación directa con las personas.

Pero… El vídeo-experimento de Soul Pancake demuestra que, sin lugar a dudas, un cachorro de gatito puede llegar a ser un excelente aliando para convivir con el estrés en las grandes ciudades.

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