El estrés en los perros (y II)

¿Y si el estrés continúa?

Por: Rosana Álvarez Bueno (Etología Veterinaria).

El estrés en los perros (parte II).

«Mientras el perro se encuentra en la reacción de emergencia, el pensamiento se encuentra inhibido. Por lo tanto tenemos un animal que intentará salir de esa situación mediante un mecanismo reflejo que procede de uno de sus instintos básicos: la supervivencia».

(Viene de la Primera Parte «Manifestaciones del estrés«).

¿Hasta dónde puede llegar el efecto de un estrés crónico en un animal? Pues hasta una situación inimaginable: la indefensión aprendida. Esto puede ocurrir, por ejemplo, por causa de castigos inconsistentes, es decir, en los que el perro no sabe ni entiende el por qué del mismo ni cómo salir de allí. Es la situación en la que el perro aprende que por mucho que intente salir de ella no va a tener éxito porque no tiene ningún control, por lo que se abandona y entra en un bloqueo producido por un estrés continuo que desemboca en un estado de letargia y depresión.
Agresividad, ansiedad, fobias…
Obviamente no todos los casos son tan graves, pero partiendo del extremo entiendo que usted podrá darse cuenta de las situaciones en las que su perro no aprende porque está emocionalmente afectado o desarrolla conductas anómalas, como agresividad, ansiedad o fobias por situaciones agudas de estrés que lo ponen en la disyuntiva de huir, atacar o mantener una ansiedad permanente.
Fisiológicamente, si ponemos a un animal en una situación conflictiva se desencadena el mecanismo del estrés. Mientras el perro se encuentra en la reacción de emergencia, el mecanismo que digamos que sería contrario, es decir, el pensamiento, se encuentra inhibido. Por lo tanto tenemos un animal que intentará salir de esa situación mediante un mecanismo reflejo que procede de uno de sus instintos básicos: la supervivencia. La pregunta en ese momento es: “¿huyo o ataco?” Pero ¿y si realmente no es necesario reaccionar de esa manera? Si la situación no es una emergencia biológica el gasto que sufre el organismo es innecesario en relación costes-beneficios.
El estrés crónico
Si la situación se hace crónica pueden ocurrir varias cosas:
Los umbrales de la agresividad y el miedo disminuyen, con lo cual estas dos reacciones se desencadenarán más fácilmente y ante estímulos cada vez menos predecibles.
Se llega a una sensación de ansiedad generalizada, ya que el coste biológico del mecanismo de emergencia ya no puede ser satisfecho, con lo que se utilizan otros recursos destinados a otras funciones orgánicas, como el crecimiento o la inmunidad.
Se compromete el crecimiento, el sistema inmunológico, la capacidad de aprendizaje y la memoria, así como la capacidad de responder al dolor y el ciclo sueño-vigilia.
Se ha visto, según estudios neuropsicológicos, que existe una predisposición genética en algunos individuos a padecer los efectos derivados del estrés. Tenemos entonces animales que tienen más tendencia a la emocionalidad, entendiendo como tal todo lo que se refiere a estrés, ansiedad, miedo e hiperactividad. Sin embargo otros que son genéticamente más equilibrados, utilizarían la cognición versus la emoción.
Éstos, junto con el tiempo de recuperación tras una situación estresante, son rasgos que constituyen parte de las cualidades psicofísicas de un perro y que hay que analizar y tener en cuenta a la hora de emprender cualquier trabajo o entrenamiento con el mismo. Son elementos que contribuyen al éxito o fracaso que se experimenta cuando se trabaja con un perro.

«La conducta no es más que la reacción del sistema nervioso central ante los estímulos del ambiente, para lo cual es muy valiosa la experiencia previa del animal adquirida mediante el aprendizaje, sin el cual prevalecerán los instintos básicos».

Un tratamiento complicado
Otro dato curioso es que la exposición a una situación de estrés agudo, favorece en el animal el recuerdo de esa experiencia, debido a que ciertas sustancias liberadas intervienen en los mecanismos cerebrales de la memoria. Por tanto, un perro recordará muy bien las experiencias de miedo y agresividad –por ejemplo– y nos será más difícil tratarlos. Al fin y al cabo, como he dicho antes, es un mecanismo que favorece la supervivencia. Y la conducta no es más que la reacción del sistema nervioso central ante los estímulos del ambiente, para lo cual es muy valiosa la experiencia previa del animal adquirida mediante el aprendizaje, sin el cual prevalecerán los instintos básicos: supervivencia y reproducción.
¿Cómo podemos influir para disminuir el estrés?
El objetivo es devolver el equilibrio al organismo. Esto depende de en qué manera se ha visto afectado éste y de su gravedad. Dependiendo del caso, se utilizan varios métodos, unidos todos ellos o sólo en parte, dependiendo del problema que se trate:
Pautas de modificación de conducta basadas en el adiestramiento o entrenamiento del perro, la estimulación mental, el ejercicio y la modificación del ambiente, en el que se incluye la implicación directa del propietario.
Alimentación sana y equilibrada con una dieta controlada y de calidad.
Medicación encaminada a restituir los elementos químicos que se han desequilibrado o destruido en el sistema nervioso central y endocrino.

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