Es muy importante que el perro se deje manipular con normalidad en todo tipo de situaciones
Cuando un cachorro llega a casa todo es alegría. Es un peluche que sólo piensa en jugar y, salvo algún pequeño “accidente” en forma de zapatillas rotas todo suele transcurrir dentro de la normalidad. Al cachorro le toleramos todo (por ejemplo que no le guste el cepillado) porque total “es un bebé perruno”… pero el tiempo pasa, el cachorro crece, y con demasiada frecuencia a los pocos meses nos encontramos con problemas de lo más variados.
Uno de los más frecuentes es que el perro adolescente, ya entrado en kilos y con dientes “de verdad” no permite que lo manipulemos con normalidad. Llegará el momento en el que tengamos darle una pastilla para algún tratamiento, o que simplemente sea necesario cortar los pelos apelmazados de una almohadilla por un chicle pisado en cualquier acera (no sólo algunos dueños de perros son guarros, también los hay sin perro), así que lo mejor es que hagamos las cosas bien desde el principio.
Situaciones cotidianas
A lo largo de la vida del perro tendremos que someterlo a manipulaciones incómodas en muchas ocasiones: limpieza de boca, ojos y oídos, cepillado, visitas periódicas al veterinario (por ejemplo para aliviar sus glándulas perianales)… Si el perro no se ha habituado a que los humanos, empezando por su propia “familia humana” hacemos cosas bastante raras de vez en cuando (como por ejemplo aplicar gotas en sus ojos u oídos, que imagino debe ser de lo más desagradable para ellos), una vez llegado el momento puede convertirse en un trance bastante complicado.
Cómo lo hacemos
La solución a este problema es muy sencilla si lo hacemos bien desde que es cachorro. Como siempre, el secreto está en que el perro asocie situaciones extrañas (por ejemplo estar subido en una mesa mientras se le cepilla) con experiencias positivas ¿qué tal roer un juguete mientras le limpiamos las patitas después de una mañana de parque y barro? Después, subir a la camilla del veterinario no será tan difícil.
Se trata de que el cachorro experimente situaciones en las que se le manipula de forma poco natural para él, y que descubra que no suponen ningún peligro ni dolor, sino todo lo contrario
De igual forma podemos limpiarlo a menudo de las babas de sus compañeros de juego con una toalla humedecida (también en la cara, por supuesto) mientras jugamos con él, o hurgar (“hurgar” rima con “torturar”, pero no es lo mismo… siempre con suavidad) entre las almohadillas mientras practicamos el típico “dame la patita”.
Simplemente se trata de que el cachorro experimente situaciones en las que se le manipula de forma poco natural para él, y que descubra que no suponen ningún peligro ni dolor, sino todo lo contrario. Poco tiempo después tendremos un jovenzuelo que no tendrá problemas ante esas experiencias, un pequeño esfuerzo y tiempo dedicado que nos será muy útil durante los próximos 10 ó 15 años, además de ahorrarle a nuestro amigo pasarlo francamente mal.
N. de la R.: No confundir el contenido de este texto con la manipulación neonatal o estimulación temprana, técnica aplicada por profesionales a cachorros de apenas unos días de edad.
Ester artículo asume que uno a los perros o los compra o los recibe de pequeños, pero no considera que la mayoría de los perros que no se dejan tocar por el veterinario son perros rescatados, muchas veces en etapa adulta, de los cuales no tenemos ninguna onformación respecto a su pasado. La pregunta es qué hacer cuando ESOS perros no se dejan atender por el veterinario.
Creo que la información entregada es bastante evidente y no responde a la verdadera pregunta.