Cachorro sin vacunas ¿salir o no salir a la calle?

Durante el periodo de socialización debemos permanecer atentos a posibles saturaciones o miedos, y regular la exposición del cachorro al entorno de acuerdo a sus propias características psicológicas

En el mundo de los cachorros nos encontramos con un problema en cuanto a “tiempos”. Si hacemos caso de la lógica y las recomendaciones de los etólogos, un cachorrito debería estar en contacto con todo aquello que será su vida adulta (otros perros, niños, coches, motos, humanos…), de tal forma que viva esas experiencias durante su periodo de socialización. Pero si el cachorro llega a casa con dos meses y medio (edad óptima), nos encontramos con que no habrá cumplido con su ciclo de vacunas –en el mejor de los casos– hasta que cumpla los tres meses y medio, con lo que no podrá salir a la calle con seguridad hasta esa edad (siempre nos asustan -con razón- enfermedades como el moquillo o el parvovirus)… Mientras tanto, el llamado periodo de socialización empieza a “apagarse” a las 16 semanas (cuatro meses). Algo no cuadra.

Salud Vs. Socialización
Es una elección demasiado drástica, en la que además nos encontramos con puntos intermedios en los que, como siempre, se encuentra la mejor solución. Un cachorrito sin terminar su ciclo de vacunación no debe salir a la calle de forma indiscriminada, eso está claro y en ese punto estamos todos de acuerdo. De igual forma, mantener a ese bebé de perro en casa hasta los cuatro meses puede ser literalmente imposible (además de perjudicial para la mencionada socialización).

Podemos solucionarlo de muchas formas:
• Llevaremos a casa perros que sepamos con seguridad gocen de buena salud. De igual forma, invitaremos a personas lo más “variadas” posible (altos, bajos, hombres y mujeres, niños o ancianos…), nos hartaremos de pedir favores en nuestro círculo de amigos o vecinos (sólo son necesarios unos minutos, así que tampoco “molestaremos” mucho).
• Nuestro cachorro nos puede acompañar a por el periódico o simplemente a pasear en un bolso de mano (o en brazos si es lo suficientemente pequeño).
• Y también lo podemos llevar a otros entornos controlados en los que sepamos que no hay peligro por la presencia de perros no vacunados o desparasitados.

En definitiva, se trata de controlar la situación, pero no hasta el extremo de que el perrito viva aislado del exterior hasta los cuatro meses.

“Ver mundo”… pero ¿”cuánto mundo”?
Es la pregunta clave. Todas estas experiencia suponen cierto grado de estrés en los cachorros. El nivel, la intensidad de ese estrés dependerá de le experiencia vivida (no es lo mismo pasear por una calle concurrida entre autobuses y motocicletas, que por un parque desierto), y de la propia sensibilidad del cachorro. En cachorros sensibles debemos controlar muy bien la exposición a todos estos estímulos, tanto en tiempo como en periodicidad, y en casos de hipersensibilidad al entorno, reducirlo a unos minutos cada dos o tres días, e incluso a una vez a la semana. No existe una fórmula única, sino tantas como perros. Debemos permanecer atentos a posibles saturaciones o miedos, y regular la exposición del cachorro al entorno de acuerdo a sus propias características.