Red de tráfico de cachorros desarticulada en Madrid

32 cachorros rescatados y 7 personas detenidas

En la denominada «Operación Pulgas«, los agentes del Seprona han desarticulado una red de tráfico de cachorros en Madrid. Los perros eran importados de Hungría, y se vendían en tiendas.
Por supuesto, los pedigrís ofertados por 100 euros adicionales eran falsos, pero ni siquiera se dignaban vacunarlos o desparasitarlos. En la «Operación Pulgas» Seprona ha rescatado 32 cachorros y detenido a 7 personas.

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2 comentarios en “Red de tráfico de cachorros desarticulada en Madrid

  1. ¿y que? esta noticia sobre detenidos por venta ilegal de perros y falsificacion de documentacion esta al dia si no los hacen nada ellos son detenidos y al dia siguiente siguen estafando y no pasa nada los que detuvieron en avila en la operacion noa en julio del 20110 no han dejado de vender cachorros y estafando con documentaciones falsas haciendo se pasar por criadores profesionales y veterinarios y auxiliares de veterinaria y nadie los da un escarmiento estafando a muchas familias que no tienen ni el dinero ni la mascota por que ya ha fallecido en este pais los que viven son los cuatro sinverguenzas que cobran en dinero negro y nadie les pregunta de donde sacan el dinero si no trabajan sus negocios son paginas en internet de venta de cachorros dinero negro y a vivir del cuento que no pasa nada hasta que alguna persona que de verdad tenga amor por los animales y alguno le ponga los pies para arriba denunciar y no compreis mascotas por internet ir diectamente al criador y ver alos padres de los cachorros ….

  2. Hola a todos,
    Me han estafado con el asunto del pedigree y han jugado con la vida de una perra inocente. La historia que que voy a contar va a ser algo larga y no deja de ser como una película, por desgracia llena de tristeza. Pretendo concienciar a otras personas sobre la realidad del negocio clandestino de perros. Y de paso si hay alguien que me pueda asesorar en asuntos legales, se lo agradecería mucho.
    En septiembre de 2008 murió de madrugada con casi 11 años mi pastor alemán y todos lloramos por él. Yo tenía 20 años y crecí con él y me afectó tanto que no paraba de llorar. Además, uno difícilmente acepta la muerte a esa edad. Mis padres fueron a agenciar el mismo día un cachorro de la misma raza en la tienda de Bierzoo que había en el Centro Comercial de Carrefour de Pontevedra. El anterior perro nos lo habían regalado. Mis padres fueron a comprar otro perro al instante porque creían que así me consolaría. Yo claro que quería cuidar de otro perro, pero aún no estaba preparado durante ese tiempo para tenerlo porque estaba viviendo mi duelo y mis pensamientos estaban aún con el otro perro y tenía miedo de olvidarme de él. La cachorra llegó 3 días después y la recogimos en la tienda. Cuando la vi no pude contener las lágrimas acordándome del otro perro, pero la iba a querer igual. En la compra de la perra iba incluido su pedigree, que todavía no lo habían tramitado y había que recogerlo más tarde.
    El duelo de mi otro perro lo fui superando gracias a un ejercicio que se me ocurrió y que recomiendo hacer a todo el mundo. Simplemente me dediqué a escribir en el ordenador la historia de su vida con todos los momentos y sucesos que vivimos, y también sobre su carácter y sus manías. Así no tendría miedo de olvidarme con el paso del tiempo de cómo fue él. Además organicé todas las fotos y sus vídeos creando un álbum. Todo esto también lo hice con los dos perros que tuve después.
    Entrando en materia. La nueva perra, a la que llamamos Amuk porque era el nombre que tenía en su cartilla y nos gustó, nos llamó la atención porque al principio parecía muy asustada y no se movía mucho. Era como si estuviera algo traumatizada. Cierto que los cachorros suelen estar tristes al separarlos de su madre, pero aquello era diferente. Mi madre incluso llegó a observar que parecía que le molestaba la luz. Según ella era como si la hubieran tenido en un lugar oscuro.
    Pese a ese trauma inicial la perra fue creciendo en los siguientes meses y su carácter se volvió más alegre, juguetona y también mordedora, lo habitual de los cachorros. La paseábamos y le dábamos sus cuidados. Llegué a aceptarla pronto como un nuevo miembro de la familia sin miedo de olvidarme del anterior y sin pensar que estaba para sustituirlo. Me encariñé mucho con ella y viví muy buenos momentos que siempre recordaré. Al cabo del año y medio le apareció un pequeñito bulto que observé que tenía en lo más profundo del paladar y con una coloración distinta al resto de la boca.
    La llevamos al veterinario y mi padre ya de primeras por su forma de ser minusvaluró la situación diciendo que lo más seguro era que se hiciese daño al agarrar un palo, como haciendo el diagnóstico. La veterinaria no debía ser muy experta y la veía muy insegura y dudando. Como no tenía dominio de la situación, ella se dejó llevar por la opinión de mi padre y dijo de que la observáramos y que si seguía creciendo, la lleváramos de vuelta. Para mí, aquello fue la oportunidad desperdiciada para actuar rápido y salvarla.
    Unas semanas después yo observaba que el bulto seguía creciendo y la llevamos de nuevo. Le cogieron una muestra y la enviaron a Barcelona al anatomopatólogo. Tardamos dos semanas en saber los resultados. Recuerdo que era un viernes de primavera por la tarde y hacía buen día. Algo que para ser el norte de España animaba a la gente a estar en el exterior y a sentirse alegre tras el duro invierno. Pero mi padre me dijo al verme y de la forma más directa y fría posible: «La perra tiene cáncer. No tiene curación y hay que sacrificarla». Me saltaron las lágrimas inmediatamente al oír esas palabras. Ya de por sí la vida de un perro es corta como para que ocurra algo así a tan temprana edad. Ella no se merecía tener esa injusticia de la naturaleza y todavía tenía muchos años de vida por delante para disfrutar. En el informe ponía «Carcinoma infiltrativo con riesgo de metástasis».
    Insistí a mis padres que había que hacer todo lo posible para curarla. La llevamos al hospital veterinario Rof Codina en Lugo. Pese a contarles la urgencia del caso, nos citaron para dos semanas más tarde. Cuando fuimos ahí y le hicieron todas las pruebas, nos dijeron que no era posible curarla. Unas semanas más tarde la llevamos a una Clínica Veterinaria muy especializada en Pontevedra. El profesional la revisó y tras consultar con otros profesionales de toda España, ya que su caso no era muy común, dijo que el cáncer era inoperable. El sitio en el que estaba había una red de vasos. La operación era de muy alto riesgo y lo más probable era que muriese en la misma por sangrado masivo.
    Amuk estuvo con nosotros bastantes semanas. Ella no era consciente de lo que tenía y hasta el momento no estaba sufriendo por ello. Hacía vida normal y estaba alegre. Yo decía a mis padres que aún no era el momento de acabar con su vida e iba alargándole una semana más la vida. Hasta que finalmente mis padres cogieron el toro por los cuernos y la llevaron a sacrificar el 1 de junio de 2010. Yo me negué porque todavía no estaba mal.
    El caso es que mientras Amuk estaba viva nosotros pasábamos por la tienda de animales de vez en cuando para preguntar por el pedigree y nos daban largas de que aún no estaba listo. Ya sospechábamos que había chanchullo, y aún más por lo que sufrimos por ella. En 2010 la tienda pasó a pertenecer a Kiwoko, aunque las empleadas eran las mismas. Mi madre se fijó en un nombre junto al de la perra en el libro de registros y pensó que era el del criador original. Después de muerta, continuamos preguntando por el pedigree. Jamás dijimos que esa perra ya había fallecido. Dos meses después nos dieron el supuesto pedigree, y vimos que nos estuvieron tomando el pelo. Aparecía como nombre un criador de Madrid, cosa que no era posible porque la primera consulta veterinaria un mes antes de comprarla fue hecha en Galicia. Además era un papel fotocopiado y no ponía el nombre correcto de la perra. En vez de Amuk ponía Anek y aparecía tachado con y con el nombre correcto puesto al lado a mano.
    Mis padres por su forma de ser quisieron enterrar el asunto y que yo pasara página, pero yo no aceptaba que se dedicaran a jugar con la gente, y sobre todo, con los animales de esa manera. Y me propuse averiguar la verdad sobre los orígenes de Amuk. Pocos meses después conseguí el número de teléfono de la persona que mi madre vio y la llamé para explicarle el asunto del pedigree. Parecía una persona muy amable, responsable y muy dispuesta a explicarte las cosas. No podía culpar de lo que le sucedió a Amuk por el trato que me estaba dando. Parecía un profesional de la crianza y que los trataba bien. También me contó que dejó de comercializar con Bierzoo porque dejaron de pagarle. Me dijo que si le pasaba los datos, él me hacía el pedigree. Simplemente pensé que lo de Amuk debió ser mala suerte. Así que me olvidé del asunto, pero no de ella. En cierto modo así podría concentrarme con los estudios y la vida ajetreada que llevaba.
    Recientemente acaba de morirme el tercer perro, de anciana. Ésta fue comprada al poco tiempo por mis padres yendo en persona a un criador. Esta vez el luto lo llevo mucho mejor y después de lo que le ocurrió a Amuk, no puedo quejarme. Tras hacer el ejercicio de escribir sobre ella y organizar sus fotos, quise recordar a los dos perros anteriores. Al repasar las fotos de Amuk, sentí que todavía quedaban cosas pendientes por resolver. Realmente nunca pude llegar a demostrar que ese criador fuera el de Amuk. Ahora que yo soy más adulto, más espabilado y entiendo más los temas burocráticos, comencé a investigar de nuevo.
    La tienda de Kiwoko de Pontevedra cerró y ya me era imposible conseguir información del pasado. Se me ocurrió intentar averiguar quien fue el criador preguntando al veterinario que atendió a Amuk por primera vez. No encontraba su clínica y para conseguir el número llamé al Colegio de Veterinarios de A Coruña. Lo llamé y me contó que él era un veterinario que no tenía clínica, sino que iba por las granjas de la zona. Le pregunté si recordaba haber revisado a una cachorra de pastor alemán el 26 de agosto de 2008 y tras hacer memoria, me dijo que él de vez en cuando se pasaba a revisar las camadas de un criador de la localidad de Laxe. Y él era la única persona con la que trataba esa raza de perros desde hacía muchos años. Tuve que decirle que estaba interesado en contactar con él porque quería comprar un cachorro. Me dio el nombre y el número.
    Investigué sobre esa persona y no está dado de alta como criador profesional. Se dedica principalmente a otra actividad, pero parece criar perros de forma doméstica para ganarse un extra de dinero. Llamé y cogió una persona que intuyo que era su madre. El veterinario me había dicho que se dedicaba a criar él junto a sus padres. Pregunté disimuladamente si se dedicaban a criar perros. Tras decirme que sí, yo pregunté si tenían cachorros de pastor alemán. Ella me dijo que sí se dedicaban a esa actividad, pero que tendría que esperar 6 meses para la siguiente camada. Cuando hablé con el veterinario, me había dicho que justo acababan de tener una camada esos días. Yo le dije que la llamaría más adelante interesándome por uno y me confirmó que el sitio quedaba en Laxe.
    Mi intención es ir allí en el momento debido y ver las instalaciones con mis propios ojos. Pero de ver algo irregular, como muy probable que sea, me gustaría hacer algo para evitar que sigan jugando así con la vida de los perros y tenerlos como máquinas de fábrica en unas condiciones deplorables. No me podrán devolver a Amuk, pero podría evitar que otros sigan pasando por lo mismo.
    Con respecto al criador que figura en el falso pedigree, se llama «Emilio Goyanes Rivero». (Me permito decir aquí su nombre porque es el que aparece en un documento supuestamente oficial). Estuve investigando sobre él y no hay constancia de que es un criador. Es más, lo que aparece de él es que es un empresario y uno de los altos cargos que dirigen Kiwoko. Todo esto es otra prueba de que hubo chanchullo con el pedigree. Además este papel que no deja de ser una fotocopia, fue expedido por la Federación Cinológica Española. Ya me dijo un criador de fiar que dicho organismo no es oficial y que es una casa de ladrones donde se tramitaron muchos pedigrees con enchufismo durante mucho tiempo. También me contó que muchas tiendas compraban animales muy baratos a criadores sin licencia y los vendían a más precio y diciendo que tenían pedigree sin soler dar esto último. Y si los clientes se ponían pesados solicitándolo, se ponían a tramitar documentos falsos.
    Sé que en muchos sitios de España ya no se venden perros en las tiendas. Me alegro por ello. También sé que Kiwoko promociona mucho la adopción de animales, algo con lo que me identifico aunque no he podido poner en práctica todavía. Pero desconozco si antes de aparecer esa ley Kiwoko tenía esa misma política o se dedicaba a comercializar con ellos como hacía Bierzoo. De todas formas, el hecho de falsificar el pedigree de esa manera no estuvo bien y el fomentar la crianza clandestina tampoco.
    Quisiera que me aconsejarais de qué manera yo puedo manejar toda esta estafa y a quien puedo recurrir para que investiguen todo. ¿Habría alguien que pudiera tomarse todo esto de forma seria? No es tener el pedigree en condiciones lo que me importa, sino todo lo que descubro que hay detrás de él. Quiero hacer justicia tanto por Amuk como por los demás animales que aún a día de hoy se siguen comercializando por la puerta de atrás sin ningún tipo de regulación.

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