El olfato canino en el perro de rescate

Olfato canino y olor humano

Cómo funciona el olfato del perro, y en qué se basa el adiestramiento y formación de perros de rescate Método Arcón.

Por: Jaime Parejo García.

He considerado oportuno que se inicie el conocimiento sobre esta especialidad con la asimilación de una serie de nociones básicas relativas a la percepción canina de ese olor, que emanado por la víctima, supone un estímulo imprescindible para que el perro de rescate lleve a efecto la localización y señalización de la misma.

El olfato canino es potencialmente un extraordinario instrumento para conseguir localizar las víctimas sepultadas en un siniestro, pero hemos de tener presente que diversas causas, mas o menos directas, pueden mermar o incluso anular su efectividad en las operaciones de búsqueda.

Un inadecuado nivel de motivación, débil concentración, una deficiente formación, el estrés, la fatiga en el perro, factores ambientales, incluso la falta de destreza del guía o del Jefe de la Unidad son algunas de estas causas.

El olfato es el sentido mas desarrollado en el perro, siendo muy elevado el número de células olfativas que se estima de 125 a 300 millones según raza, mientras que el hombre apenas posee unos 5.000.000 de estos receptores sensoriales.

La efectividad del olfato canino resultará estéril sin adecuados niveles de motivación y concentración.

Estas células olfativas que están situadas en la mucosa nasal y se encargan de recoger los estímulos olorosos, son células nerviosas provistas de una prolongación periférica que termina en cilios o filamentos, los cuales llegan hasta la superficie de la mucosa nasal y se encuentran cubiertos por una delgada capa líquida segregada por las llamadas glándulas de Bowman.

Esta secreción tiene la importante misión de captar las sustancias olorosas y concentrarlas con el objeto de alcanzar esa mínima energía estimulante que llega a producir la excitación de los receptores olfativos, denominada umbral de excitación.

La intensidad de dicho umbral se encuentra influenciada por múltiples factores como son el estado funcional de los receptores olfativos y de los analizadores centrales de excitación, la fatiga, las características del estímulo (potencia, forma, duración, amplitud del área estimulada…), influencias ambientales de tipo especial, etc.

Los estimulantes específicos de las células olfativas son las sustancias olorosas que en forma gaseosa se introducen en la cavidad nasal durante la respiración. En esta cuestión considero importante puntualizar que aunque los simples movimientos respiratorios normales pongan en contacto a la mucosa olfativa con parte del aire inspirado, cuando el perro realiza el voluntario acto de olfatear, incrementa notablemente la comunicación de las sustancias olorosas con dicha mucosa, aumentando en consecuencia su poder olfativo de forma considerable.

El olfato del perro discriminará o no, según la relación existente entre la potencia de los dos estímulos que actúen (según Ley de Weber). Evidentemente la sensibilidad olfativa disminuirá cuando se aumente la potencia del estímulo inicial o basal que cuanto mas incida en la excitación de los receptores olfativos tanto mas elevada habrá de ser la energía estimulante adicional, necesaria para provocar una diferencia de sensación perceptible.

La sensibilidad del olfato canino varía en el transcurso del día, dependiendo de factores como son la toma de alimentos (siendo menor en un perro saciado que en uno hambriento), influencias hormonales, etc.

«En función de la formación específica que reciba el perro, memorizará una base odorífera determinada, ya sea la relativa a personas con vida o a cadáveres»

En caso de prolongarse la acción de un determinado estímulo oloroso se puede producir una «adaptación» que se debe a una disminución de la capacidad de reacción de los receptores olfativos y de los centros nerviosos que reciben la información. Esta circunstancia se subsana con la interrupción temporal de dicho estímulo.

Por otro lado, dilatar en exceso la estimulación de estos receptores sensoriales en el perro, puede provocar su anulación temporal por fatiga, necesitando un determinado periodo de descanso para recuperar la normal funcionalidad.

El olor del ser humano varía según las diferentes alteraciones emocionales que modifican el equilibrio bioquímico interno, desprendiendo olores particulares que permiten al perro detectar la tensión, miedo, estrés, agresividad, etc.

En función de la formación específica que reciba el perro, memorizará una base odorífera determinada, ya sea la relativa a personas con vida o a cadáveres, habituándose a responder ante un estímulo u otro y especializándose así para la búsqueda de supervivientes o de cuerpos sin vida.

Limitándome a la especialidad implicada en este libro, analizaré a continuación el origen y composición de ese olor humano característico que el perro de rescate capta, identifica y utiliza como guía para conseguir localizar a la persona con vida sepultada.

En la epidermis de nuestra piel existen varias capas de células muertas que contienen principalmente queratina, resultando que diminutas partículas de las mismas, denominadas rafts (balsa) se están desprendiendo constantemente con una frecuencia media de 40.000 por minuto, siendo elevadas y transportadas por el aire en movimiento que las dispersa aunque se encuentran concentradas progresivamente hacia la fuente de donde emanan que es la víctima.

Estas partículas o rafts son portadoras de olor humano, encontrándose envueltas por bacterias y vapores de distintas secreciones como son el sudor y la grasa que ciertas glándulas cutáneas vierten al exterior.

Las glándulas sudoríparas (ecrinas) son las responsables del sudor, se activan por efecto del calor y predominan en las palmas de las manos y plantas de los pies. He de aclarar que aunque el olor del sudor sea realmente específico en cada individuo, el perro de rescate identificará y responderá en definitiva a esa composición odorífera que es característica y común a todo ser humano.

Las glándulas apocrinas, consideradas como una especie de glándulas sudoríparas modificadas, son accionadas principalmente por efecto del estrés y el miedo, generando sus secreciones un olor que resulta especialmente importante para la captación por el olfato del perro. Se encuentran localizadas esencialmente en axilas, ingles y aureolas mamarias.

También el olor del sebo que engrasa la superficie de nuestro cuerpo forma parte del compuesto odorífero que envuelve a los rafts. Segregan esta grasa las glándulas sebáceas , abundantes en el cuero cabelludo, frente, cara y mentón.

Añadiré por último que el olor del aire espirado por la víctima sepultada, también llega a la superficie acompañando al emitido por los rafts.

El perro de rescate en escombros deberá habituarse progresivamente a realizar la búsqueda de las víctimas venteando y no rastreando, pues seguir los rastros humanos existentes en la zona del siniestro solo le llevaría a desviarse de su auténtico objetivo.

Por otra parte debe tenerse en cuenta que el grado de intensidad con que surja de los escombros el foco de olor humano es uno de los factores que inciden en la señalización al perro, de forma que una concentración odorífera elevada lo incitará a señalizar con mas ímpetu, pero si dicha concentración es débil o se presenta en breves etapas esporádicas, estimulará en menor medida dicha señalización (ladrar, escarbar, …)

Completaré este primer capítulo, diferenciando cuatro conceptos básicos: olor individual, olor básico, rastrear y ventear:
A ese olor que emiten los rafts (suspendidos en el aire o depositados sobre una superficie) se le denomina olor individual, mientras que el olor básico es el que emana de aquellas alteraciones que provoca la persona al pasar sobre un terreno, como son las huellas, tierra movida, piedrecillas arrastradas…

Un perro se considera que está venteando cuando sigue olfateando el olor que se encuentra flotando, transportado por el viento, y rastreando cuando se dedica a percibir el olor básico del terreno (a veces mezclado con el olor individual) con la trufa a ras de suelo.

Las huellas marcadas en el suelo emiten un olor diferente que atrae instintivamente al perro, el cual capta rápidamente hacia que lado es mas reciente la alteración del terreno, tomando la dirección en que el olor es más intenso.

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Fuente: 1º capítulo del libro ARCÓN UN NUEVO MÉTODO PARA LA FORMACIÓN DEL PERRO DE SALVAMENTO EN CATÁSTROFES Autor : Jaime Parejo García, 1998 ISBN : 84-605-8508-5 Grupo Proyemer S.C.A., Sevilla, España. (Reproducción autorizada para doogweb).