La distancia que marca las relaciones…
La denominada distancia inter-personal – proxémica– está bien estudiada en el ser humano. El atropólogo Edward Twitchell nos habla de cuatro posibles distancias a respetar para que no existan conflictos (aunque es cierto que depende de la cultura propia de cada país, la que detallamos a continuación es la que se puede aplicar a países occidentales):
• La distancia íntima: Que se da desde los 0 a los 45 centímetros. Lógicamente sólo puede “acceder” a esta distancia tan corta personas muy cercanas a la persona (pareja, familia…).
• Distancia personal: Desde los 45 centímetros hasta los 125. Es una distancia que permite relacionarse socialmente, hablar, darse la mano, oler…
• Distancia social: Dese 125 hasta 350 centímetros. En estas distancias ya hay poca relación, es la que se da entre personas conocidas, pero no cercanas. Por ejemplo en las aulas, en los centros de trabajo…
• Distancia pública: A partir de los 350 centímetros nos permite comunicarnos, pero no existe contacto. Es la que se da en un discurso, en el teatro…
El caso es que perturbar esas distancias mínima nos crea incomodidad. Y esa incomodidad se agrava a medida que la distancia es más corta (podemos tolerar una clase de un profesor a dos metros de distancia, pero estamos muy incómodos en el autobús a 20 centímetros de un desconocido). Un dato importante, es que invadir el espacio no siempre tiene por qué ser algo físico, la invasión puede ser olfativa, auditiva… Cualquier “intromisión” en el espacio del otro puede crear conflictos (y estamos hablando del ser humano, con todos los condicionantes que conlleva).
Y entre los perros… ¿qué sucede?
Pues sucede algo muy parecido. Si bien no existen estudios claros y concluyentes al respecto, sí podemos extraer algunas conclusiones que nos serán de gran ayuda (por ejemplo en procesos des desensibilización o BAT ante perros reactivos).
En el perro se da una distancia muy amplia (centenares de metros) en la que percibe al “otro”. Su proverbial olfato es el responsable. Pero a no ser que se hayan producido asociaciones muy fuertes (algo que sucede rara vez) no es normal que un perro reaccione de forma exagerada ante el olor en la lejanía. La distancia de contacto visual es mucho más corta, pero la que de verdad nos interesa es la equivalente a la “distancia personal” en humanos (la distancia en la que el perro está más o menos cómodo –no reacciona con aversión o agresividad– ante otro perro, no lo entiende como una «intromisión a su espacio«), y esta distancia suele oscilar como mínimo entre los dos y los tres metros.
Este dato es muy importante, imprescindible, en los procesos en los que manejamos los umbrales de reactividad (mencionábamos antes BAT, pero sirve igualmente para una desensibilización e incluso un contracondicionamiento clásico). En la mayoría de los programas de modificación de conductas el guía maneja el umbral (la distancia), el perro no lo debe superar, y para que esto suceda debemos conocer cuál es exactamente la distancia que debemos manejar con seguridad.
Muy buenos datos