La historia de Poncho (libro gratis)
«Con las orejas oscuras, atentas; el hocico elegante, levemente más agudo que en otros perros polares, y como con un “bozal” de pelo gris; y la mirada inteligente, viva, afectuosa, de unos ojitos color almendra que parecían estar siempre escrutando a lo lejos, como anhelando el siguiente desafío»
Poncho nació el 10 de abril de 1961, hijo de Coca y Flecha, destacó primero por ser el cachorro más juguetón y avispado de la camada, y después por protagonizar innumerables expediciones antárticas. Era un perro especial, de la extinta raza «perro polar argentino«, creada por veterinarios del Ejército Argentino en 1954 a partir de 39 perros de tiro importados de Alaska y otros 40 de Groenlandia para acometer las expediciones más duras que se puedan imaginar.
Poncho necesitó sólo 10 días para aprender todo lo necesario para ser un gran perro de tiro. En 1962 tomo parte en su primera expedición como un perro más del tiro (casi 2.000 kilómetros), pero eso fue sólo el principio. Los tiros antárticos eran de 11 perros, que podían arrastrar un trineo «Nansen» con un peso máximo de alrededor de una tonelada. En las expediciones antárticas la vida de los hombres dependía de sus perros, que no sólo se limitaban a tirar (los que sólo tiran se denominan «troncos»), sino que cobraban una importancia esencial: los perros debían tener resistencia por supuesto, pero también agilidad, inteligencia e instinto para evitar las grietas y peligros que se escondían bajo el hielo, también estaban los denominados «huelleros» (los que mejor se orientaban), y los más excepcionales, los perros-guía en los que todo el equipo de hombres y perros debían confiar.
Y entre los perros excepcionales hubo uno que destacó sobre todos los demás, Poncho, en poco tiempo se convirtió en el perro guía perfecto, perros y hombres confiaban el éxito a sus decisiones… Y esa apasionante historia es la que se relata en el libro de investigación «La legendaria vida de un perro polar argentino» (enlace al pie).
«Todo en él inspiraba confianza y seguridad, incluso su cuerpo. Era macizo, con el pecho ancho, potente; el lomo alto y el cuello grueso, con abundante pelo doble; las patas robustas pero no pesadas; el dorso musculoso, de un denso manto color crema claro con manchas grisáceas; la cola plumosa, blanca, enrollada sobre el lomo, y erguida, señal inequívoca de una moral alta»
• Más información: Descarga gratuita del libro electrónico «La legendaria vida de un perro polar argentino«, de Emilio Urruty.