Contracondicionamiento, el recurso más útil
O al menos uno de los recursos más útiles y efectivos, que todo especialista en comportamiento canino debería tener en su repertorio de recursos. El contracondicionamiento se puede emplear tanto para tratar miedos, como agresividad y otros muchos problemas.
El concepto sobre el que se sustenta el contracondicionamiento es sencillo: se presenta al perro ante el sujeto o la situación que provoca la reacción, pero entonces se presenta otro estímulo positivo (como puede ser la comida o un juguete). El resultado es que el perro establece una nueva asociación en la que el estímulo que antes era negativo se convierte en predecesor de algo positivo. Pero claro, no es tan sencillo, hay tres claves para que el proceso de contracondicionamiento se produzca realmente, y que su efecto sea el suficiente, son las tres D´s, que además están inter-relacionadas entre sí.
Si el contracondicionamiento no progresa es que algo ha fallado, casi seguro que se tratará de la distancia
Las tres D´s del contracondicionamiento
Distracción es la primera «D». En el contracondicionamiento tiene que ser posible «distraer» al perro, para eso es imprescindible jugar con el umbral de reactividad: el perro debe ser consciente de la presencia del desencadenante, pero manteniendo la distancia suficiente para que el estímulo positivo sea lo suficientemente interesante. ¿He dicho «distancia«? Es la segunda «D», mantener la distancia es importantísimo para poder avanzar en los siguientes pasos aumentando la tercera «D», la duración de las diferentes sesiones se debe ir aumentando a medida que se progresa. Si no hay progreso es que algo ha fallado, casi seguro que se tratará de la distancia en la que estamos trabajando.
Y todo ello se podría englobar en una cuarta «D», de desensibilización, porque a medida que el perro va asociando estímulos positivos a las situaciones o sujetos ante las que antes reaccionaba, también se produce una desensibilización.