O peor aún, en compañía de un adulto inconsciente

El objetivo del vídeo parece claro, el autor lo debería haber titulado: «mi hijo es un energúmeno, mi rottweiler una santa, y yo soy gilipollas» (vale, no solemos escribir palabras malsonantes en doogweb, pero la ocasión lo merece y la RAE reconoce gilipollas como adjetivo vulgar -tonto-).

Pero entrando en materia, en el vídeo se aprecia a la perfección (incluso sin subtítulos) que la perra avisa con infinitas señales de calma y una evitación clara y continua a la provocación del pequeño humano. Es el vivo ejemplo de un perro equilibrado, que no quiere bajo ningún concepto hacer uso de su tremenda potencia… Y no lo hace, al menos esta vez. Tal vez la siguiente lleguen los lamentos por un ¿accidente? que nunca debería haberse producido.

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