Por: Baltasar Gallardo, participante en Amundsen Race 2013.
Después de más de tres semanas en Suecia y de entrenar cerca de 700 kilómetros por las pistas de Raftalven, llegó el día. El viernes 22 nos dirigimos hacia Stromsund después de cargar los perros y toda la documentación relacionada con ellos. Al llegar a Stromsund, lo primero que hacemos es inscribirnos en la oficina que hay habilitada para ello. Allí presentamos la lista de chips, seguros deportivos y de los perros y nos entregan el dorsal para musher y handler y una bolsa con algún obsequio. Ponemos rumbo al control veterinario.
Después de un rato de espera haciendo cola, llega nuestro turno en el control veterinario. Entre medio hemos podido saludar o ver a alguno mushers reputados en este mundo de la larga distancia, incluidos el ganador de la Yukon Quest 2012, Hugh Neff, llegado desde Alaska.
Control veterinario exhaustivo
El control veterinario es todo un chequeo perro por perro en toda regla. Es una sorpresa encontrarnos a Arno Roos, el “inventor” del Extreme 31/31 de Greenheart en el equipo veterinario, pero ya sabíamos de su colaboración en otras carreras internacionales antes. Aquí no se hace nada al azar y los posibles puntos débiles o zonas de posibles lesiones, son exploradas de manera exhaustiva perro por perro. Tal es así que a Niko nuestro guía más veterano y al que queríamos despedir en esta carrera de su etapa como deportista antes de su jubilación, le detectan una arritmia en su corazón y que significa automáticamente que se queda fuera de la carrera. Menos mal que traíamos dos perros de reserva y que han hecho los entrenos igual que los demás para ocupar su sitio. Prenda, hijo de Niko, será el elegido para empezar la carrera en vez suya. El control veterinario acaba con la sorpresa de que a Txuri no se le detecta el chip y finalmente le tienen que colocar uno nuevo ya que el que tenía se ha anulado inexplicablemente.
Después del control veterinario teníamos una cena cortesía de la carrera en la que ya se huele que esto está a punto. Una vez cenados nos vamos a Raftalven de nuevo y acabamos de preparar todo lo necesario para empezar la carrera el día siguiente.
Con apenas cinco horas y media dormidas nos levantamos y empezamos a preparar la sopa para los perros. Montamos por última vez el stake out y colocamos a todos los perros en su sitio para que coman esa sopa antes de partir hacia Stromsund. Mientras los perros se estiran, acabamos de preparar los últimos puntos de la extensa lista de cosas que tenemos que llevar.
A las siete y cuarto de la mañana partimos dirección hacia Stromsund y después de una hora de viaje llegamos al punto de partida. Tenemos una zona reservada para nosotros en la que ponemos el stake out y empezamos a poner los perros en el orden en el que luego van a ser puestos en la línea de tiro. Jorge Ibáñez, Edurne y Carmen mi mujer, me ayudan a hacer todo más rápido. Una vez comience la carrera, únicamente lo podrá hacer Jorge y ellas se tendrán que conformar con vernos desde la “barrera”. Preparamos el trineo con todas las cosas obligatorias en su interior: saco de dormir, tienda de campaña, hornillo, 6 kilos de Extreme 31/31, 100 botines, dos frontales, cocina calienta agua, etc…en total unos 25 kilos de peso a parte del trineo y ya solo queda poner los perros para dirigirnos hacia la salida. Pero antes me hacen una entrevista para la televisión local en la que les sorprende que alguien desde España vaya hasta el norte de Suecia para correr una carrera de trineo con perros.
La salida la tenemos que tomar para las 11.24 h. Antes que nosotros salen Karsten Grönas a las 11.04 h. y nuestra amiga Silvia Furtwangler lo hace un minuto antes.
Llega la salida
El día no es el más idóneo para nuestro equipo. Después de muchos días entrenando con temperaturas entre los -8º y los -18º, nos encontramos con unos inusuales +2º antes de la salida que no benefician para nada las características de nuestros peludos.
A las 11.24 h. tomamos la salida en mitad de un túnel de gente que nos aplauden, nos fotografían y animan. Debo de ser lo más exótico que hay por aquí. Que corra un equipo español de Siberianos en el norte de Suecia debe ser una rareza por estas latitudes.
Los primeros kilómetros los hacemos por el enorme lago que abraza a la ciudad por uno de sus laterales. Son 5 kilómetros en los que la vista de un equipo detrás de otro en línea y en llano es toda una novedad para mí, acostumbrado a rutas más o menos con desniveles y a no ver nunca hasta 5 equipos por delante mía. Nuestros Siberianos se muestran con ganas y los intento frenar lo máximo ya que los tengo que regular pensando en lo que queda por delante.
Los siguientes kilómetros los hacemos por pista entre pinos y desembocando de nuevo en otro lago, esta vez más pequeño que el otro. Nos encontramos a gentes con sus motos de nieve y pescando a través de un pequeño agujero que hacen con unos gigantes sacacorchos que nos saludan al pasar. El calor se empieza a notar y a algunos perros se les apodera. Tengo que regularlos más aun. Hemos adelantado a cuatro equipos y lo que antes hubiera sido algo bueno, aquí se hace raro y tal vez malo ya que tal vez voy demasiado rápido.
La mitad de los 80 kilómetros son más o menos llanos pero la otra mitad es un sube y baja interminable que requiere en algunos momentos de buena técnica para poder controlar el trineo. Algunos arboles pasan demasiado cerca del trineo con gran susto para mi. Todavía me cuesta hacerme al control del peso del trineo. Entre medio hemos parado para dar un snack a los perros y darles un momento de descanso. Los últimos 7 kilómetros se hacen por la otra parte del lago que rodea Stromsund y lo llano de la pista hace que de nuevo se aceleren un poco y los tenga que frenar algo. La llegada al primer check-point la hacemos sobre las 17.30 h. con todos los perros más o menos bien e incluso alguno más relajado de lo normal.
Este primer check-point de Stromsund es toda una novedad para mí. Nunca antes había estado en una carrera con este tipo de situaciones con lo cual para ubicarme bien necesité un poco de tiempo para ver que hacían los demás y actuar.
Lo primero que hice fue poner paja en cada perro para que estuvieran más confortables y así lo agradecieron echándose encima de ella. Lo siguiente fue darles un snack y quitarles los botines que les habíamos puesto antes de la salida. Cogí las bolsas que me había preparado Jorge en las que tenía más botines, mantas, Extreme 31/31, carne, comida para mí, etc…Mientras puse en un cubo agua, carne y Extreme 31/31 para que se fueran mezclando antes de darles una ración de esta comida pero sin calentar el agua porque la temperatura era alta. Miré el estado de los perros y en principio todos parecían bien. Les hicimos un chequeo bastante riguroso y les dimos la comida que aceptaron de buen grado, cosa que era buena señal. Fue bastante bonito ver como el macho más pequeño (Txuri) y el más joven (Quick), estaban como si no hubiesen salido antes. Pequeños pero matones.
Los equipos que habían llegado antes que yo y los iban llegando detrás mía se ponían rápidamente en marcha sin apenas descanso. Nosotros después de un descanso de 2 horas, volvemos atarlos y después de recoger todo lo usado nos vamos de nuevo a la “guerra”. El tiempo de descanso era el que habíamos previsto y tampoco queríamos llegar a las mil al siguiente check-point.
La salida la tomé en la más absoluta oscuridad y solo. Por delante otros 75 kilómetros.
Sin nadie por delante
Esta vez no había nadie por delante y cuando miraba hacia atrás tampoco se vislumbraba nada. En la noche, los focos de los frontales te delatan y delatan a los demás… Y yo no vi a nadie en los primeros 40 kilómetros. La compañía se redujo a algunos animales que se cruzaban en nuestro camino y que animaba a nuestros pequeños lobos. Nuestros atletas se comportaban mucho mejor de lo que yo pensaba y el cansancio no se apoderaba de ellos todavía. La noche es amiga de nuestros Siberianos. De hecho, la mayoría de entrenamientos los realizamos de noche y se nota que están acostumbrados a la oscuridad. A mitad de carrera adelanto a un equipo y estuvimos juntos durante bastante kilómetros haciendo más amena la travesía. De nuevo paro para dar unos snacks a los perros y me vuelvo a quedar solo. Pero los perros vuelven a correr con buen ritmo y nos vamos hacia la llegada a Storabranna. Justo cuando me quedaban 6 kilómetros para llegar, un error de apreciación en una señal me hacen poner rumbo equivocado y me dirijo hacia lo que debería ser la etapa siguiente. Bajé una cuesta interminable en el que casi no puedo frenar el trineo antes de darme cuenta que por ahí no había pasado nadie. Casi me da un mal cuando me di cuenta de ello.
Después del disgusto le di la vuelta al equipo y puse rumbo hacia el cuestón y ayudándoles todo lo que pude para descargarles de un esfuerzo mayor y a la media hora encontré el camino adecuado. A los 7 kilómetros llegué a la meta con un enfado enorme por el despiste que tuve. Finalmente llegue a las 02.30 h. después de hacer 85 kilómetros, 10 más de los debidos. Los perros llegaron bien pero se empieza a ver que están muy cansados. Les doy un snack rápidamente a todos y lo aceptan muy bien otra vez. Casi todos los equipos han llegado ya y duermen plácidamente. Muchos me han adelantado en la hora que he perdido durante el tramo fallido. Les preparo a los perros la paja para que duerman y rápidamente caliento agua para prepararles la comida. El agua se calienta en cuestión de minutos con el etanol que usamos para ellos. La comida por suerte es devorada por todos los perros y los podemos dejar descansar unas horas bien merecidas. No les ponemos mantas ya que la temperatura es de -3º solamente y no les hace falta con el pelo que tienen. Todo el equipo se echa a dormir de inmediato y no paro de mirarlos para ver si alguno se queja de algo ya que al enfriarse es cuando se van a manifestar las posibles lesiones.
«Nos vamos todos a intentar dormir un poco. La parada es obligatoria de 6 horas pero la alargaremos alguna hora más. Son casi las 04.00 de la mañana…»
¿»Calor» en la Amundsen Race?
Para las 08.15 h. ya estamos en planta como podemos. Vamos a ver a los perros y están todos dormidos y cansados. Alguno aun tiene vitalidad para ponerse en pie pero la mayoría siguen tumbados. Les preparo una nueva sopa con agua templada, Extreme 31/31 y algo de carne. Una vez hecha, los perros se lo comen bien casi todos, pero a algunos les cuesta comer. Esto último ya no es tan buena señal, pero su aspecto exterior es inmejorable. No están perdiendo peso ninguno. Se van haciendo a la idea de que vamos a arrancar de nuevo.
Una vez preparados, con botines nuevos, decido adelantar la hora de salida en casi una hora. Casi todos los equipos han salido o van saliendo. El calor empieza a pegar y no quiero empeorar las cosas. Me acuerdo de lo acontecido el día anterior y no quiero repetir la mala experiencia. Para las 09.30 h. ya estábamos en marcha. El comienzo fue un poco duro para nuestros doce Siberianos. El cansancio empieza a hacer mella y los 93 kilómetros por delante van a ser duros. Muy duros.
Los primeros kilómetros los hacemos tranquilos para que vayan calentando poco a poco. Una subida suave al principio ayuda a ello y nos les exijo para que ellos vayan cogiendo el ritmo.. Pero pronto empiezan los problemas. Horia, nuestro perro más polivalente y el segundo más pesado (27.5 kg.) se encuentra mal y lo tengo que meter en el saco del trineo. Horia es uno de los perros en que más confianza tengo. Es un perro fuerte y al igual que lo fue su padre, incansable. El día anterior fue de los que peor llevó lo del calor y hoy le está pasando factura. Nuevos problemas por delante. Es un contratiempo que me cuesta aceptar ya que Horia es fundamental en el equipo.
Los primeros 15 kms. son de trazado suave, pero una vez bajada la cuesta del error del tramo anterior, esta vez bien, nos metemos en un continuo sube y baja por una zona montañosa preciosa y solitaria. Atravieso zonas llanas en medio de un valle rodeado de cascadas de hielo y veo varias señales que anuncian que estamos en alta montaña y que avisan de su peligro. La temperatura aquí es fría y los perros lo agradecen. Horia sigue en el saco durmiendo pero está bien. Cada vez que paro a dar un snack a los perros, él se asoma a través del saco del trineo dándome a indicar que se está recuperando.
Después de un lago atravesamos un pequeño cañón de paredes heladas y cascadas de hielo que alegra la vista. Las señales nos avisan de que estamos en zona de pastos para renos y los perros de vez en cuando me avisan de su proximidad dando acelerones al olfatearlos
Hacemos toda la etapa en solitario hasta que a falta de 2 kms. para llegar de nuevo a Storabranna, me encuentro con el musher frances Erik Martinez y llegamos a la par al check-point.
Al llegar a Storabranna rápidamente saco a Horia del saco. Está muy bien y parece que era cuestión de descansar lo que necesitaba. Preparo de nuevo la comida que me han proporcionado mis handlers y les doy de comer urgentemente. Dentro de 5 horas partimos de nuevo. Para cuando hemos llegado hay varios equipos que ya han salido hacia la meta.
Después de un mini descanso y de un agradable ratito de charla-cena con Carmen, Jorge y Edurne, nos ponemos a preparar de nuevo los perros. Alguno me mira con cara de pocos amigos.
Decido que a Viggo, al que no le sentó muy bien el calor también y a su hermana Valerie que la veo cansada, se queden en la furgoneta. Cuando estaba poniendo botines, me doy cuenta que Flor, mi perra co-lider, tiene en una de sus patas traseras una inflamación evidente. Le llamo al veterinario y lógicamente la quitamos también del equipo. Es un contratiempo que Flor esté mal, es una perra que lo dá todo y que no teme el esfuerzo.
Así que como a Horia lo veo muy bien, ha comido bastante y se le ve descansado, nos la jugamos y lo metemos en el equipo.
65 kilómetros por delante
Salimos a las 22.00 h. hacia Stromsund en soledad, por delante 65 kms. A algunos perros les cuesta empezar pero la temperatura y la ausencia de sol ayuda. Es encomiable ver cómo algunos de nuestros perros más pequeños están soportando el esfuerzo con gran admiración por mi parte. No hubieramos dado un euro porque alguno de ellos acabaran la carrera, pero me han dado un sorpresón.
De nuevo la cuesta suave del principio hace que vayan calentando poco a poco y los ánimos por mi parte hacia ellos no cesan. Pero de nuevo aparecen los problemas. Horia vuelve a no poder continuar a pesar de un comienzo bastante bueno, casi en el mismo punto de la mañana anterior. Otra vez al saco y ahora con solo 8 perros tirando. Se me viene el mundo encima pero pienso en que solo quedan 60 kilómetros para acabar y me pongo de nuevo en marcha rápidamente.
Hasta el kilómetro 30 la pista era sin muchos desniveles y con un tramo en un lago bastante largo. Pero al acabar el lago la pista se vuelve una montaña rusa con unas cuestas interminables. El peso de Horia y el que solo tiren 8 perros hace que el esfuerzo sea grande para ellos y para mí. Intento ayudar todo lo que puedo y más. No se ve ni una luz por delante ni por detrás. Se echa de menos ver a alguien en medio de la oscuridad y soledad más absoluta. Estamos haciendo otra vez más la etapa en solitario. A la hora del snack hay alguno que no lo quiere pero casi todos lo aceptan muy bien. Menos mal que algo de “gasolina” se metían en el cuerpo. Los animo, les doy mimos y les digo que hagan un último esfuerzo, que ya queda poco.
Después de unos interminables 15 kms. se acabó la montaña rusa y nos introducimos por última vez por el lago de Stromsund. Los perros vuelven a coger velocidad ya que el llano del lago ayuda a ello. Pasamos de un lado a otro y seguimos bordeando el lago junto a embarcaciones en tierra y embarcaderos sin agua. Después de unos interminables 20 kms. llegamos a la meta a las 03.25 h. en medio de los aplausos de mi equipo, de los voluntarios de la carrera y del equipo que ha grabado para Teledeporte mi participación en Amundsen Race.
Misión cumplida
Nada más cruzar la meta, les doy un beso a cada perro, y me abrazo a Carmen, Jorge y Edurne. Hemos hecho historia con un equipo de Siberianos participando y acabando la primera carrera de larga distancia. Estamos todos reventados, los perros los que más, pero muy satisfechos y orgullosos de ellos. Hemos sido los últimos de nuestra categoría, pero por detrás cuatro equipos no pudieron acabarla. Es muy emocionante el momento y a la vez me llena de orgullo ver a lo que queda del equipo. Son muchos años de mushing que se culminan con una prueba de esta exigencia y categoría.
Con esto hemos demostrado que con un equipo de Huskys Siberianos, bien entrenados y alimentados, también se puede correr junto a los más grandes. Intentaremos que sea la primera pero no la última.
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Gran crónica, me ha encantado leerla. Enhorabuena por el éxito con tus perros!