Hay zonas «prohibidas»
Curiosa manía ésta que tienen los humanos de sobar a los perros sin mayores contemplaciones. Sin embargo, incluso en los perros más amigables, hay zonas en las que no les gusta a los peludos ser toqueteados.
Lo primero, que el perro «quiera»
Es obvio, no a todos los perros les gusta ser acariciados (y esto es muy importante inculcarlo en los más pequeños). El dueño sabe mejor que nadie la receptividad del perro ante extraños, así que nunca está de más preguntar.
Después vendrá uno de los puntos más importante, que es presentarse al perro. Para ello hay que evitar cualquier gesto amenazante, no hacer contacto visual y cuidar nuestro lenguaje corporal para que sea suave y tranquilo, con movimiento lentos. Hay una regla de oro que sirve para acercarse y saludar a los perros: evitar estar arriba y de frente, y dejar que sea el perro el que se dirija al humano y no al revés.
Podemos acceder a los perros desde su misma altura poniéndonos en cuclillas, y mejor de lado que de frente.
Zonas que sí… zonas que no
Pero claro, menos los perros de terapia que tienen un importante adiestramiento detrás para tolerar -casi- todo, lo normal es que a los perros les moleste que les toquemos en determinadas zonas.
Las zonas que les resultan más agradables a los perros son: la base del cuello, el pecho y los flancos. Siempre con movimientos lentos y largos, o circulares y suaves (ver vídeo).
Y las que no debemos tocar son: sin embargo, a los perros no les gusta que les acaricien la cabeza, y menos aún que les den «palmaditas» en el cráneo. Tampoco es buena idea tocar los cuartos traseros.
Y, muy importante, muchas mordeduras se producen por algo tan sencillo como el dolor. Molestias por dolencias tan habituales como la otitis pueden ser muy dolorosas, por no mencionar otros dolores -por ejemplo- articulares.
Los perros enfermos (como nosotros) quieren tranquilidad y una mano amiga que le conozca, no toqueteos sin sentido. De igual modo, nunca se debe acariciar a un perro dormido porque se puede sobresaltar.