Este estudio investigó si los perros podrían participar en interacciones sociales con un robot desconocido, utilizar las señales comunicativas que ofrece y así examinar si el nivel de sociabilidad mostrado por el robot afecta al rendimiento de los perros.
¿Un robot «social» y un perro?
La hipótesis era que los perros iban a reaccionar mejor a las señales comunicativas de un robot si el robot mostraba comportamiento social interactivo en general (hacia los seres humanos y los perros) que si se comportaba de un modo mecánico, asocial.
El experimento consistió en una fase interactiva seguida de una sesión en la que se producían señales de indicación, tanto con un ser humano como un experimentador robótico. En la fase de interacción , los perros fueron testigos de un episodio de interacción de 6 minutos entre el propietario y un experimentador humano, y otro episodio de interacción de 6 minutos entre el propietario y el robot. Cada episodio de interacción fue seguido por la fase en la que el humano/experimentador robot indica la ubicación de los alimentos ocultos utilizando gestos que los señalan (prueba de selección de dos vías).
Los resultados mostraron que -en la fase de interacción-, el comportamiento de los perros hacia el robot se ve afectado por la exposición diferencial. Los perros pasaron más tiempo cerca del experimentador robot en comparación con el experimentador humano, y esta diferencia es aún más pronunciada cuando el robot se comportó socialmente. Del mismo modo, los perros pasaron más tiempo mirando a la cabeza del experimentador robot cuando se daba la situación social. Los perros alcanzaron un nivel significativamente más bajo de rendimiento (la búsqueda de la comida oculta) cuando era el robot el que señalaba que con las indicaciones humanas, sin embargo, el análisis por separado de las sesiones con el robot sugirió que los gestos del robot comportándose socialmente eran más fáciles de comprender para los perros que los gestos de el robot asocial.
Por lo tanto, el nivel de la sociabilidad mostrado por el robot no fue suficiente para provocar el mismo conjunto de comportamientos sociales de los perros como era posible con los seres humanos, a pesar de que la sociabilidad tuvo un efecto positivo sobre las interacciones perro-robot.
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