Enfermedades que transmite el hombre al perro

Existe mucha información sobre las llamadas «zoonosis», las enfermedad que los perros pueden transmitir al ser humano. Afortunadamente, y gracias a las desparasitaciones preventivas en los perros, los casos de zoonosis son escasos, aunque la crisis ha provocado menos visita al veterinario y -por lo tanto- un importante repunte en todo tipo de enfermedades. Pero lo que es mucho menos conocido es que existen otras enfermedades que se pueden transmitir del hombre al perro, son las llamadas «zoonosis inversas«.

Algunas enfermedades que transmitimos a los perros
Tres son las más frecuentes, el estafilococo dorado (Staphylococcus aureus) que es una bacteria responsable de las infecciones hospitalarias y que… sí, se transmite del hombre al perro. Además, para complicar un poco más el asunto, estas bacterias pueden ser resistentes a algunos antibióticos habituales como la penicilina, y además es una bacteria muy frecuente, que se encuentra incluso en personas sanas.

La segunda zoonosis inversa más frecuente es la gripe H1N1 2009 (Influenzavirus A), llamada así porque se descubrió en 2009. Es la famosa «gripe» que  llegó a considerarse pandemia en 2009 y 2010. Esta «gripe» tuvo la peculiaridad de que se transmitía entre especies, de los pollos a los cerdos, de los cerdos a las personas, entre personas… Y de las personas a los perros. Aunque finalmente la que aseguraban podía ser una pandemia con mortalidades muy elevadas entre las personas no resultó ser más peligrosa que otras cepas de gripe. ¿Recuerdas que se comentaba que muchas personas pasaron la gripe H1N1 confundiéndola con la gripe «normal»? Pues la gripe aviaria todavía existe, así que no está de más tener un poco de precaución.

Y por último como zoonosis inversa estaría también la tuberculosis, que aunque no afecta a un gran número de perros, sí es transmisible entre el hombre y el perro.

Al ser zoonosis que se pueden transmitir en las dos direcciones (hombre→perro y perro→hombre) se pueden complicar los cuadros clínicos, agravando unas enfermedades que con el tratamiento adecuado en individuos sanos no deberían ser graves.

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