El curioso aprendizaje de las conductas supersticiosas
Muchas veces intentamos planificar las sesiones de educación o entrenamiento con nuestros perros, tenemos todo bajo control e incluso llevamos un gráfico a modo de organigrama con las diferentes fases del aprendizaje, cómo evoluciona el perro, qué haremos ante tal o cual incidencia… Pero ¿Y si aparecen conductas supersticiosas?
La «conducta supersticiosa» ¿qué es?
En realidad no nos debería sorprender que nuestros perros adopten diferentes conductas supersticiosas, porque a nosotros mismos nos sucede.
Una conducta supersticiosa no es otra cosa que una conducta que se ha producido por un refuerzo accidental (no previsto ni planeado, aunque sí «importante» o «valioso»), quedando fijada incluso sin que sea necesaria la repetición de refuerzos positivos (como pensaba Skinnner). En realidad, una conducta supersticiosa puede fijarse con un único suceso…
Sería el caso de «los calcetines de la suerte», (porque aprobamos un examen el día que los llevábamos puestos), pero seguro que se te ocurren unos pocos más. Además las conductas supersticiosas tienen doble sentido «si hago esto me irá bien…» o «si hago está me irá mal…» (que también se puede entender como «si no hago esto me irá bien»).
Por lo tanto, una conducta supersticiosa, aunque siempre se define como producida por «un refuerzo accidental», también podría llegar a darse por un «castigo accidental».
El experimento con palomas de Skinner
Skinner hizo un experimento en el que cada 12-15 segundos, aportaba una dosis de comida independientemente de la conducta de las palomas. Tras unas pocas repeticiones, las palomas mostraban una serie de conductas repetitivas, que Skinner atribuyó al desarrollo de una «superstición»: La comida habría reforzado alguna conducta emitida aleatoriamente por la paloma en algún momento, de manera que la paloma habría “aprendido” que dicha conducta era la causante del suministro de comida.
Se había emparejado una respuesta aleatoria y el suministro de comida, lo que habría incrementado la probabilidad de aparición de esa respuesta.
Los perros pueden «aprender» una conducta supersticiosa con un único refuerzo accidental
Y en los perros sucede exactamente lo mismo, con el problema añadido de que en muchas ocasiones sólo apreciamos una conducta que no teníamos prevista, un aprendizaje accidental del que incluso podemos ignorar cuál ha sido el refuerzo «accidental».
Perros que «aprenden» a esperar en una determinada postura y lugar porque «una vez» cazaron un pajarillo que cayó de un nido, y muchos otros casos. Sí, los perros de alguna forma piensan «he tenido suerte haciendo esto en otra ocasión, así que lo repetiré…». Estas conductas supersticiosas en perros se fijan con frecuencia en periodos sensibles (perros jóvenes) o en determinadas circunstancias en las que el perro está más receptivo al entorno.
Modificando conductas supersticiosas
Skinner lo llamó «conducta supersticiosa», Staddon y Simmelhag pensaron que eran «conductas terminales», y en la actualidad muchos investigadores aseguran que las «conductas supersticiosas» en realidad tienen explicación analizando en profundidad las relaciones causales y/o de contingencias.
En cualquier caso, lo que sí sucede es que son aprendizajes que han escapado de nuestro control, y que estas conductas son complicadas de modificar, requiriendo programas largos de desensibilización y/ contracondicionamiento.
Por cierto, mis perros tienen conductas supersticiosas, y creo que yo alguna que otra también 🙂 ¿y tu?